FAADA
Barcelona
Fecha: 16 de junio 2015
San
Juan. Verbena. Petardos. Terror. Ésta es
la secuencia que viven muchos de nuestros animales de compañía la noche más
corta del año. El miedo a los petardos es uno de los más difíciles de combatir
porque se trata de un estímulo muy desagradable pero imprevisible, que se
repite en el tiempo sin ninguna pauta lógica. Y lo que es peor: el animal no
tiene tiempo de descanso suficiente entre cada uno de los petardos para que se
pueda producir el aprendizaje necesario para superar el miedo. ¿Quieres saber
cómo ayudarle? Aquí te damos algunas pistas.
¿Por
qué se asustan?
En
primer lugar se trata de una cuestión de sensibilidad del oído. Un sonido que pase de los 20.000Hz (agudo
extremo) es inaudible para los humanos, pero los perros pueden oír hasta
60.000Hz. A esto hay que añadir que su sistema de percepción se basa en la
asociación, con lo que un ruido muy elevado que no se espera se asocia a un
posible peligro inminente. Siente que su supervivencia está amenazada.
Así,
el proceso de generación del miedo es más o menos el siguiente: suena un primer petardo, el perro o gato se
altera y aumenta su adrenalina en la sangre, además de los niveles de dopamina, noradrenalina,
cortisol y otras hormonas que preparan para la
acción. El mecanismo del estrés
ya se ha disparado. Antes de que haya pasado suficiente tiempo para que
disminuya y se calme, se oye el segundo petardo. El animal reacciona mucho más
porque el organismo ya estaba activado. Y así sucesivamente, con lo que el
estado de estrés va aumentando y llega un momento en que ya es casi imposible
de parar hasta que cesan los petardos.
¿Qué
hacer?
Mantén la calma. Tu eres su referente de
seguridad, con lo cual si te muestras nervioso, le transmites al animal que hay
motivos reales para alarmarse.
No lo dejes solo. Puede autolesionarse o
escaparse y en el mejor de los casos, lo pasará tan mal que su vínculo contigo
puede verse mermado.
Respeta sus decisiones: si tu animal quiere
esconderse, déjale. No trates de sacarlo de su escondite. Puedes ayudarlo
construyéndole un ‘lugar seguro’ en donde él elija: un armario, debajo de la cama,
de una mesa, en un trasportín. Cierra puertas y ventanas de la habitación en la
que esté para amortiguar el ruido exterior. Esconderse en un lugar oscuro y
pequeño cuando hay un peligro cuya causa es difícil de detectar está dentro de
la naturaleza del perro y el gato. Si no le dejas que lo haga, no sólo
aumentarás su inseguridad, sino que,
además, empobrecerá el vínculo contigo y confiará menos en ti. La oscuridad les
ayuda a estar calmados pero también puedes optar por encender la televisión o
la radio para amortiguar el estruendo de los petardos.
No exageres el contacto más allá de lo
necesario. Si quiere estar junto a ti, permíteselo y deja que haya contacto
físico, pero sin acariciarle mucho, ni hablarle en exceso. Tiene que sentir que
vas a estar ahí si realmente te necesita pero intenta transmitir una sensación
de normalidad, sin ignorarle, sin agobiarle.
No le riñas, ni le pidas que te obedezca.
No lo hará, sencillamente porque no puede. No puede controlar su miedo.
Prevé
que haga sus necesidades en casa o antes de que empiece el grueso de los
petardos. Si tu perro es de los que tiene terror, no lo saques a la calle y, en
los días previos, vigila dónde lo dejas suelto. Puede asustarse en cualquier
momento e huir. Un perro asustado en fuga no escucha, ni obedece, ni dispone de
ninguno de sus instintos de alerta. Puede suponer un peligro para si mismo
(accidente, atropello) o para los demás.
Si tiene un nivel incipiente de ansiedad,
puedes intentar distraerlo con un juguete que le guste o su comida favorita,
pero una vez se haya disparado el mecanismo del miedo, todo intento de
distracción será inútil.
¿Debo
darle medicación calmante?
No
le automediques. Tu veterinario es la única persona que está capacitada y
autorizada para recetar medicamentos. Los animales no responden a los fármacos
de la misma manera que los humanos y un medicamento que puede ser seguro para
los seres humanos puede ser fatal para tu perro o gato. O provocarle el efecto
contrario al que deseas. Valora si necesita mediación con ayuda de un
profesional.
Además,
existen muchas soluciones en el campo de la medicina natural que no tienen
efectos secundarios, como las flores de Bach (hay que darlas mínimo dos días
antes) como Rescate, o Remedio Rescate+Rock Rose o remedios naturales como Kalm
Aid, Valeriana o Melissa.
Asesórate
apropiadamente antes de administrarle cualquier sustancia.
Medidas
a largo plazo
A
largo plazo, es aconsejable contactar con un educador canino o un etólogo para
tratar de reconducir conductas de miedo a los petardos. Existen diferentes
técnicas para eliminar los miedos y las fobias, pero deben aplicarse de forma
gradual.
Lo
ideal es que el animal llegue a entender que los petardos son desagradables
pero no suponen un peligro y que aprenda a no sobrereaccionar frente a ellos.